Sabido es por todo Vigués, o por quien anda por sus calles, que a lo largo de los años el progreso urbanístico se ha visto empañado por un profundo desinterés por el patrimonio cultural. Hay cientos de casos que no voy a enumerar en esta entrada, solo poner cómo ejemplo que donde hoy está plantado el edificio del Ayuntamiento, estaba en pié el Castillo de San Sebastián, del que solo quedan un par de torretas de vigilancia, ocultas tras un bloque de hormigón.
El caso es que hace mas o menos un año, creí haber sido testigo de otro atropello de tal índole, cuándo al pasar por la calle López Mora, donde se encuentra con Tomas Alonso y Pí y Margall, el denominado “cruce de Peniche”, presencié con estupor la demolición de tres pequeñas casas antiguas, donde en una de ellas podía apreciarse un relieve con lo que supongo sería el año de construcción, 1890, y una placa también en relieve y colorida con el nombre de la calle López Mora.
La placa en cuestión está recogida en el catálogo de Bienes Culturales del Concello de Vigo. En su correspondiente ficha se dice que la autoría de este objeto ha sido atribuida al artista vigués Alejandro Curty, y se resalta que es la única placa policromada que se conserva en la ciudad.
La obra presenta una orla central en la que se sitúa un bajorrelieve que representa a una campesina sembrando, en una escena en la que de fondo se ven una pareja de vacas y unas casas. Presidiendo la escena aparece un castillo, como el del escudo de la ciudad pero sin olivo. A ambos lados de la ornacina cuelgan sendas ramas de roble llenas de hojas y bellotas. En la parte inferior está la leyenda: Calle de López Mora. Distintas tonalidades de azul y el color blanco establecen la policromía de la pieza.
Digo arriba que “creía” haber sido testigo de otro atropello, porque no hubo tal atropello. Esas tres casitas, deshabitadas, no aportaban mucho a la zona, y hacían muy incomodo el ingreso con coche a la calle de Los Pazos, con lo que se ideó crear una especie de parque que hiciera más funcional este cruce de caminos.
Sobre esta idea empezó a trabajar el pintor gallego Antón Pulido hasta alumbrar la que pasará a llamarse “Plaza Aperta”. El artista ha optado por un diseño curioso en el que los bancos dibujarán sobre el hormigón pintado del suelo la palabra que da nombre a este nuevo espacio. Cada una de las letras de "a-p-e-r-t-a" será un banco curvo con espacio suficiente para que lo utilicen grupos de vecinos.
Al margen del gran cambio en superficie, lo que más llamará la atención de esta plaza da Aperta será el mural que rodeará la misma y ascenderá por el lateral del edificio que hace de fondo.
Y la placa? Fué restaurada y re colocada en la acera de enfrente.
En fin, que así cómo me pareció una incoherencia y una ridiculez lo de la rotonda de Coia con el Barco, tengo que reconocer esto de la Plaza Aberta cómo un acierto.