La capital histórica y arquitectónica de Vigo se
encuentran donde su memoria, en el cementerio de Pereiró. Desde que
el arquitecto Jenaro de la Fuente firmó en 1897 el proyecto de la
necrópolis para sustituir el saturado cementerio del Picacho, sus
40.000 metros cuadrados se han ido llenando de mausoleos que ligan
las grandes sagas de la historia viguesa con lo mejor de la
arquitectura local.
De
Pereiró importa la historia que acoge, pero también el arte que
aflora en sus paseos. La pieza más representativa la constituye el
monumento dedicado a Concepción Arenal, “una de las mejores obras
del modernismo gallego”, según el doctor en Historia del Arte,
José Ramón Iglesias.
A pocos metros del conjunto está la capilla
proyectada por Jenaro de la Fuente por encargo de José Elduayen o el
primer panteón diseñado por el arquitecto parisino Michel Pacewicz.
“El cementerio de Pereiró es uno de los más importantes de
Galicia por la calidad de sus panteones y los arquitectos de primera
fila que trabajaron en sus mausoleos”, explica Martín Curty. De
opinión similar es José Ramón Iglesias, quien apunta que “todo
el camposanto se puede considerar como una gran obra de arte
escultórica-arquitectónica de valor incalculable.”Sin duda, una de las imágenes escultóricas más impactantes del cementerio es la de una joven a la que la muerte con rostro de calavera asalta por la espalda. Es el monumento en recuerdo de las hijas del fotógrafo Sarabia y una de las historias más dramáticas. Las hermanas "Maruja, Rosita y Pepita" fallecieron jóvenes y en años consecutivos.
En esa misma avenida, armadores, fundadores de astilleros y fábricas de salazón ayudan a completar el recorrido. Las cenizas del general Cachamuiña a un lado y los destacados apellidos Alfageme, Corbal, Curbera, Tapias o Barreras. Pero también Jenaro de la Fuente o Ricardo Mella cuentan con monumentos propios. Aunque sin duda el más espectacular es el dedicado a García Barbón –con mausoleo y monolito–.
En Pereiró se inauguró en 1906 un monumento funerario a los repatriados de la guerra obra del escultor Julio González Pola.
Entre los más curiosos y recientes está en el del empresario cinematográfico Cesáreo González, promotor de "Suevia Films" , cuyo monumento recuerda a una sala de cine.
En el otro extremo –el otrora "cementerio civil"– destaca la tumba del líder obrero asesinado en 1936, Heraclio Botana. Represaliados de la dictadura fueron allí soterrados y hoy se alza un monumento en honor a los muertos en la Guerra Civil. Se pueden leer apellidos de varias nacionalidades y evangélicos.
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